domingo, 30 de noviembre de 2014

primera lectura

Recuerdo perfectamente el día que aprendí a leer.
 Aún recuerdo la palpitante emoción de las letras que, al juntarse, se hacían lenguaje.
 Recuerdo el olor a lapicero de la habitación,
 el hombro anguloso del maestro, transpirando a mi lado.
 Y el resto, niebla:
 los niños, los muebles, la luz.
 Lo único realmente nítido eran los signos de ese libro coloreado que,
 al juntarse, describían el Universo.

sábado, 22 de noviembre de 2014

El hombre más bello del mundo. Monólogo

EL HOMBRE MÁS BELLO DEL MUNDO


(Dos hombres sentados, HOMBRE1 y HOMBRE2, en la mesa de un café. Es de noche. De cuando en vez, se oye ulular al viento) 

HOMBRE1:
   Hoy he visto al hombre más bello del mundo. Habrá sido hará un par de horas, después de dejarte en medio de la Procesión del Cautivo. Fui a mi estudio y quedé absorto un rato frente un papel en blanco, donde ya no aparecía tu rostro. Sequé los pinceles y me fui derecho a la Plaza de la Merced a por un café. Ese café de mis noches de sábado, tras  dejarte en el bar donde solo se oía el jaleo de nuestros amigos cofrades. Bueno, tus amigos, y mis mejores clientes. 
   Iba ya andando por calle Buenaventura, cuando estos ojos se tropezaron con el resplandor de una tienda. El escaparate estaba lleno de lámparas. Deslumbrantes lámparas exóticas de  piezas multicolores.
   Me adelanté un poco y vi, en el interior, a un hombre de unos treinta y tantos años leyendo, sentado al final de una escalinata, barbudo, moreno, vestido de negro. Le eché primero un ojo de los que dura un relámpago; pero él alzó sus ojos y me captó. Yo aparté la mirada. No tenía la intención de comprar, así que seguí inspeccionando el escaparate y su espectáculo de lámparas turcas. Al poco, volví a echar otro ojo... y allí seguía él, sonriéndome. 
   <<Entra, Alberto, no seas tonto>> me dije... Así que crucé el umbral. Justo al tiempo en que él se levantaba a recibirme.
   Descendió de su trono como un pantocrátor, cediéndome el paso al interior de su tienda. No podía dejar de mirarlos ni a él, ni a aquella esfera de apabullante policromía que le circundaba, sin sentirme extasiado. 
   A continuación se encendió un cigarro, y quedó esperando fuera. 
   No sé cuánto rato pasé allí dentro viendo luminarias, si un siglo, o un segundo. El caso es que ya me iba, cuando me volví y le pregunté si abriría mañana domingo. Sonrió de nuevo, diciendo que no, resbalando su vista hacia el suelo. Jamás, que yo recuerde, he contemplado una virilidad tan dulce tras unas pestañas tan largas. Un fulgor secreto emanaba de sus ojos de azabache. Le di las gracias, arrobado, examinando los labios sensuales... Entonces caí en la cuenta de que me miraba el paquete... Yo llevaba sin abrochar la bragueta. Otro de mis despistes ¿O fue ese el pretexto para lanzar en mí su mirada?

    En todo caso, pronto saldré de la duda...   

   Porque yo tenía mis planes antes de ver a este turco tan guapo, señor de la lamparería. Quería perderme, dar una vuelta por los antros de siempre, tomar unas copas, bailar, quizás quitarme la camiseta, entrar a algún cuarto oscuro... Quería revolcarme en el lodo antes de sentir grabada su belleza en mi mirada... 
   Quería embadurnarme de cuerpos. Olvidarme de tí. 
   Me dolió tanto lo que dijiste; mejor dicho: lo que no me dijiste... Todo el fin de semana hablando y fantaseando, para al final dejar la cita de hoy en agua de borrajas. No te lo montas bien. Son demasiadas veces ya. Me has avisado para tomar un café  porque te pillaba cerca la procesión de ese Cristo que tanto veneras. No hacen falta explicaciones. Ya lo has dicho todo antes en ese bar de fanáticos donde los gritos me impedían oírte. 
   Tres semanas diciendo que si qué a gusto en tu nuevo apartamento, que si te invito a un arroz, que qué tranquila la playa...y cuando llego al fin a verte, ilusionado, saltando por encima de costaleros borrachos y marujas con carritos atrincheradas en la acera, vas, y me sueltas que te vuelves a La Cala, que te apetece estar solo, olvidándote totalmente de lo que habíamos planeado.
    Qué imbécil la gente que es capaz de ir en pos de un maniquí al que atribuyen propiedades mágicas, qué imbéciles, que compran mis esculturas. Qué imbécil yo, que lo hago por la pasta, malgastando mi tiempo. Malgastando mi tiempo con ellos, contigo… Qué imbécil... porque luego, después de esperar al trono y sortear la calle y a la muchedumbre, me cuentas que te lo haces con otro artista que te ha guiñado el ojo en uno de tus paseos por la arena. Desde luego que te vas a hartar. Málaga no es Encinas Reales. Te vas a hartar de follar, amigo. 
    Ni siquiera te has dignado a acercarme al centro en tu coche. Pero tampoco hacía falta. Me gusta andar, y adoro el viento...La noche está movidita (Se oye una sirena). Oye las sirenas...(Se oye un crujido) ¿Qué ha sido eso? ¡Están cayendo ramas de  los árboles! A lo mejor ha caído en la cabeza de uno de tus cofrades (Pausa, moviendo con la cuchara el café). 
    Pensaba ir Torremolinos, a los lugares de siempre, a hacer lo de siempre... y resulta que, por el camino, me meto en ese otro mundo, silencioso y sagrado, de la tienda de lámparas.
    ¿Para qué estropear el recuerdo de una visión perfecta?
    No me he tirado al gueto, como pensaba hacer. Al final me he vuelto a casa, desde donde te he llamado. No, no me ha pasado nada. 
    Simplemente, te dejo. 
    Déjame terminar. 
    Esperando al bus he intentado retener la preciosa imagen del vendedor de luces. No tenía papel ni batería para apuntar en el móvil mis impresiones. Pero sí he guardado en la memoria, afanosamente, la imagen del lamparero, su amabilidad, su voz de plata, sus perfectas manos inmaculadas. Y mientras retengo su imagen, me apeno, porque me has dado de lado, y tu cuerpo se me hace inalcanzable...(Mirándolo con melancolía) Cuánto he deseado este cuerpo. Él tiene algo de tí, o algo que, mejor dicho, tenías. 
 (Pausa. Sonidos de un vendaval semejante a voces).
    Estoy cansado.  Ya son 52 y algunas goteras a la espalda. A veces me invade la sensación de que mi vida no me pertenece. O peor aún: la certeza de que todo ha fallado, de que el que está aquí adentro no soy yo...
    Buscando en el estudio unos libros para la clase del lunes; en una caja, olvidadas, me he topado con un racimo de viejas libretas. Libretas coloreadas y manuscritas llenas de dibujos y poemas. La mayoría garabateadas solo en las primeras  páginas. 
    Igual ha sido mi vida. Un bello principio de colores intensos, y después... una interminable sucesión de páginas en blanco. Me ha hecho gracia lo de tu ligue el pintor. Tenías muchas ganas de ser mi inspiración, servirme de modelo para una escultura, ponerle tus rasgos a uno de mis Cristos, ¿no?¡ Pues mira por dónde! Seguro que él te hace un buen retrato ¿Es lo que querías, no? Ya lo estoy viendo. Un retrato en la arena, con el mar de fondo... 
   Todo se me escapa: amigos, obras, exposiciones, sueños, fama... He llegado a un punto de mi vida donde no entiendo nada. Tampoco ha de haber un porqué de este naufragio, claro. El hecho es que no voy a crear más durante un tiempo. Lo he decidido. No, de momento. Se terminó. Necesito un paréntesis.


     Ya solo las palabras me conmueven.

    (Llega la camarera)
    ¿La cuenta, por favor? (El HOMBRE2 hace el ademán de pagar, HOMBRE1 lo impide) ¡No! faltaría más...
   Cuando volvía en el autobús, después de dejaros a tí y a la maldita procesión, ví que iban sentados, en frente mío, siete hombres de mediana edad.  Los conté. Eran siete, como las siete virtudes teologales. Cada uno en su esfera, ensimismados y divinos, en actitudes diferentes. El uno con los cascos, el otro con la tablet, ése tecleando un móvil, aquél mirando tras el cristal... Callados, celestiales. Lejanos. Todos parecían  uno. El prisma de un mismo ser. No eras ya... Yo ya... no te veía a tí. Solo al hombre de la tienda de lámparas.
    (Cogiendo la chaqueta para irse)
   Creía que no iba a ser un hándicap vivir en diferentes ciudades, pero ahora veo que sí. Por un momento pensé que eras el hombre más bello del mundo, mi gran oportunidad; pero me doy cuenta que no, que el destino me castiga a seguir solo (Le coge las manos). Mi vida, adiós. Me vuelvo a casa de mi madre, a pasar el fin de semana con ella. Con ella y su amor incondicional, como bien dices recordando la tuya, que en paz esté. Amor de madre, no el de dos mariquitas viejas como nosotros.

   No pienso arrastrarme más por tus huesos, tío; no pienso mendigar más en tu corazón. Volveré a permitir que esta vida me sorprenda. Puedo soñar, mientras, con el lamparero, en su mágica vidriera luminosa. Quiero libar del banquete de imágenes y palabras, de las fuentes de belleza que jamás se agotan.  Este lunes volveré a su Olimpo de brillos,  y entonces lo sabré. Sabré qué me quiso decir con la mirada.  

(APAGÓN)




jueves, 18 de septiembre de 2014

BUENILLO Y MALILLO





Malillo salió de su casa pisando charcos.



Buenillo salió limpito y con la tarea hecha.



Malillo no faltó al trabajo (que no le gustaba), y mientras sonaba a descanso, soñaba en la Isla de los Placeres.



Buenillo trabajó el doble y buscaba ser poderoso, sabiendo cómo era él, del bajo astral, sin gracia, ni imaginación.



Malillo se lió con su diecinuevemil ochocientos ochentayochoavo amante -con el que  fingió sentirse muy amado- al salir del trabajo.



Buenillo comió la comida preparada por su marido, se acostó y tuvo una siesta plagada de pesadillas.



Malillo aspiró coca y humo, y licores baratos en el tropel de luces de la exuberante noche.



Buenillo probó el alcohol en el círculo de frases hechas y bailes de nieve.



Malillo sintió todo el peso de su existencia al quedar solo en su habitación, rota y desordenada.



Buenillo, con indiferencia, se acostó con su marido, o con él mismo, lo mismo da.


Buenillo y Malillo miran la misteriosa grieta de la pared, en el techo de su cama, cuando hasta los relojes duermen. 





domingo, 14 de septiembre de 2014

QUIZASÍ Y QUIZANO: PRIMAVERA. Sainete cómico

QUIZASÍ Y QUIZANO: PRIMAVERA


 (QUIZASÍ en una habitación, comiendo.  

 QUIZANO con maletas sentado en el banco de 


una estación. Al fondo, una puerta con letrero, 

es el W.C. de la estación.

 Quizasí desde un pc. y Quizano con móvil y cascos)

QUIZASÍ.       ¡Eooooooo!
QUIZANO      ?(Sacando una pequeña pancarta con el símbolo de interrogación)        
QUIZASÍ.       ¿Estás vivo, QUIZANO?
QUIZANO.     Sigo vivo, pero ni idea de quién eres…
QUIZASÍ.       Soy yo, QUIZASÍ…
QUIZANO.     ?(vuelve as sacar la interrogación)

QUIZASÍ.        El profe de diseño, ¿recuerdas?
QUIZANO.     Ah,  maricón, no caigo. A ver, sigue, dame detalles…
 QUIZASÍ.      El que pone nombre a las gatas…

QUIZANO.     Aaaaah, ¿eres tú? ¡QUIZASÍ!
QUIZASÍ.       El mismo.
QUIZANO.     Hálaaa ¿En serio?
QUIZASÍ.       ¡Siií! ¿Qué haces?
QUIZANO.     Mira que eres capullo
QUIZASÍ.       ¡Jajajaja!

QUIZANO.     Perdí tu número, porque volví a estar sin móvil desde el octubre pasado. Se me cayó en el retrete. Tardé tres meses en comprarme otro con chat. ¿Y qué te has hecho, que no te conoce ni tu madre?
QUIZASÍ.       Un tintazo, ná más que eso. El resto está todo igual.
QUIZANO.     No, que también te has rapado. Has pasado de melena-rala-alternativa a mari-rapada.

QUIZASÍ.        Sí, rapado del todo. Ya te digo, es más cómodo así.
QUIZANO.     Yo me he pasado 20 años mari-

rapada, y ahora que quiero pelo, ¡ya no tengo! Una pena.
QUIZASÍ.       Ajammm…
QUIZANO.     ¡Tábatha, te necesito!
QUIZASÍ.       ¿Me necesitas? ¿Y eso?
QUIZANO.     Estoy en la estación de autobuses. Si te pasas se agradecerá. Aunque solo estaré hasta las 9...

QUIZASÍ.       ¿Y qué haces allá?

QUIZANO.     Anda, vente un rato(mimoso) capullo… Y me restriegas el paquete por la cara.
QUIZASÍ.       Las hormonas y su indescifrable decanato. Ellas rigen la hirsutez de nuestros cuerpos. No puedo ir ahora a la estación…

QUIZANO.    ¡Anda!...Una hora exactamente me queda... Estoy depilado.

QUIZASÍ.       Huyyyyy, y rasparás y todo, ¡y más de un día para otro! 

QUIZANO.     Me operaron de dos hernias (ombligo e inguinal) el 31 marzo en la Cruz Rosa, aquí, en la ciudad. Todavía no me ha crecido vello lo suficiente.

QUIZASÍ.       Lo siento, qué fuerte… ¿Y eso? ¿Del ejercicio?
QUIZANO.     La agrandé terriblemente, con mi buen hacer gimnástico. Ahora, después de 2 meses en absoluto reposo, tengo las carnes flojas.
QUIZASÍ.       Debe doler. Pero, dime: ¿vas de regreso al pueblo?¿Cómo has escapado de tu montaña mágica? ¿Venías a ver a algún macho dominatriz?

QUIZANO.     Acabo de llegar en tren desde la capital.

QUIZASÍ.       ¡Ahmmm la capital! De recorrer tugurios de hombres abisales, hum.

QUIZANO.     ¡Calla, qué cerdos!…Qué rabos gordos y duros en la penumbra.

QUIZASÍ.       Seguro, como manojos de jureles.

QUIZANO.     ¡Cierto!, el viernes dos señores rociaron mi lampiño cuerpo con su semilla.
QUIZASÍ.       Tu ritual de primavera. Estarías en tu fluido natural, como una diosa.

QUIZANO.      ¡Vente a la fiesta bear!

QUIZASÍ.        ¿Hay una fiesta bear? ¿Dónde?¿Cuándo? Yo solo voy si hay orgía.
 QUIZANO.     Villabear.comYo sí que  iré, ya he pagado (Le envía el folleto de la fiesta)




QUIZASÍ.         ¡Pero si es en tu pueblo! ¡Qué modernas!¿Cuándo es el festival osezno?
QUIZANO.      Regarde-le sur le lien que je viens de t'emvoyer.

QUIZASÍ.        Me gusta cuando me susurras on Français.
QUIZANO.     155€ tout y compris.

QUIZASÍ.        Creo que ya estaré libre en las fechas.

QUIZANO.      Hotel y todo por ese precio (Pausa intrigante) ¡Mira qué elemento me he comprado por 30€!



QUIZASÍ.       ¡Oh, ya sé lo que es....!

QUIZANO.     Ahhhh...

QUIZASÍ.       Ooohhhhhh...

QUIZANO.     Ni mota de polvo en mi vida.

QUIZASÍ.       Quell merveille! (QUIZANO muestra por el whatssap una  foto con tres aspiradoras, cada una de una clase y color).
QUIZANO.     ¡Y las tres son mías!

QUIZASÍ.        Comment s'appelle?

QUIZANO.     Hoover Elite.

QUIZASÍ.       ¿Esa es la amarilla?

QUIZANO.     La azul claro. Es la nueva niña. La amarilla es la Hoover Dial-a- Matic de 1968.

QUIZASÓÍ.    Preciosísima.

QUIZANO.     Pronto la olvidaré en mi cementerio de aspiradoras.
QUIZASÍ.       Bueno, piensa que alguna vez alguien montará un espectáculo radical con tus aspiradoras. Hombres danzando desnudos al son de los movimientos de las máquinas sobre el parqué. ¿Y la azul profundo?

QUIZANO.      ¿La azul profundo?  Panasonic (Nueva foto, esta vez de la serie Embrujada) ¡Samantha (Elisabeth Montgomery) con la Dial-a-matic en la serie Embrujada!




QUIZASÍ.       Genial, Samantha. Representa mi más tierna infancia…

QUIZANO.     Nada de parquet, moqueta-moqueta…

QUIZASÍ.       Eso, moqueta.

QUIZANO.     Lo moderno siempre es la moqueta, lo moderno tiene pelo.

QUIZASÍ.       ¡Viva la modernidad hirsuta!

QUIZANO.     Suelo con pelo...

QUIZASÍ.       Paredes con pelo...

QUIZANO.     Claaaaaro...

QUIZASÍ.       Mobiliario velludo...

QUIZANO.     Como en la nave espacial de Barbarella (Pausa) Tengo ganas de evacuar…

QUIZASÍ.        Pues ya sabes, al lado de la cafetería…

QUIZANO.      (Con fastidio) Sí, claro, con la mochila, y la aspiradora decapitada en dos bolsas…¡Pero mear sí que puedo!…

QUIZASÍ.        Cabe todo, lo suyo es jugar con el espacio... ¡Ten cuidado con el móvil!

QUIZANO.      Ay, lo mío me ha costado… (Va al W.C., entra con dificultad con las bolsas. Se oyen los sonidos propios del water closed. Apertura de tapa, ruido del cinturón al caer, chorrito de pís, el agua de la cisterna ruidosa, etc. Al cabo, sale QUIZANO, que se sienta en el banco y advierte algo tras la cuarta pared) Oh-oh…Maricones en la bus terminal. Grrrr…Tengo uno que se acaba de sentar justo enfrente…
QUIZASÍ.       ¿Y cómo es él?
QUIZANO.     Musculoso y de desagradables ojos azules.

QUIZASÍ.       ¿Te ha visto salir de los retretes?

QUIZANO.     Estoy en un banco sentado. Está frente a mí, a unos 3 metros…

QUIZASÍ.       Algo querrá, algo querrá... ufff, qué ganas de follar me dan a la cena (Tocándose).

QUIZANO.     Pues yo, llevo semanas con nulas ganas. Mi culito está cerrado a cal y canto, ¡y así seguirá!

QUIZASÍ.       Ohhh. ¡Tu culito es tan bonito! ¡Es una penita pena.

QUIZANO.     Me he vuelto maricón asexual. Indiferente e impasible a miembros viriles ajenos.

QUIZASÍ.       Con lo bien que se llevaba mi miembro con él.

QUIZANO.     Cierto es.

QUIZASÍ.       Y lo bien que se compenetraban.

QUIZANO.     Qué hermoso es tu pene: Lo siento aún rozando mis prietas y velludas nalgas...

QUIZASÍ.       Ya, es deleitoso follar contigo.

QUIZANO.     ...Hasta que, de repente, como quien no quiere la cosa, tu verga se abre paso sin dificultad hacia el fondo de mi gruta del placer….¡Oh! ¡No, no, noooooo, tengo pensamientos impuros y podría echar por alto mi estatus de chico virgen y asexual! ¡Y eso sí que no!

QUIZASÍ.       ¡Cuánto polloncerío desperdiciao!, ¡ay!
QUIZANO.     ¡A ver!, viviendo perdido entre montañas, uno o se adapta o se vuelve loca. (QUIZANO, envía una foto de una clásica niña  mala de la TV. En nuestro caso, es Nelly Oleson).




QUIZASÍ.       NELLY!!!! La más mala de todas. ¡¡¡Love her!!!
QUIZANO.     Sí, mala jaaja. ¡Fantástica Nelly!

QUIZASÍ.       ¡Qué buenos recuerdos!

QUIZANO.     Así hemos salido todos de maricones, jaaja...

QUIZASÍ.       ¡Claro! ¡Porque así ha de ser!
QUIZANO.     Todos queríamos a Nelly en el fondo. ¡Y qué repelente, la Laura!...

QUIZASÍ.       Marcó un antes y un después de las malas de la tele.

QUIZANO.     Laura y Mary eran empalagosas. Era toda la familia un asco. (QUIZANO envía una foto de un papi vaquero del Viejo Oeste, en este caso, de Víctor French) Mmmh. ¿Qué te parece? Era amigo de Mikaela Landon en la serie.



QUIZASÍ.       ¡¡¡Victor French!!! Qué morbazo tenía…

QUIZANO.     Mmmmmm,  ¿morbazo?, yo que Laura, ¡me dejaba violar! Siempre fue mi ilusión de pequeño, ¡que un rudo vaquero barbudo o bigotón me follara vivo!




QUIZASÍ.       ¡Qué precocidad, Quizano! ¡Si alguien te leyera! 

QUIZANO.     ¿Y qué? Además, él no fue el primero. El primero fue el Hermano Malasombra, el del bigote fino, ése, el de los Chiripitifláuticos. (Envía la imagen).




QUIZASÍ.       Jó. Yo los detestaba, me daba más morbo el loco romano con el león… ¿cómo se llamaba...?
QUIZANO.     Era lo más parecido a una leatherona que yo podía imaginar…siempre he sido un niño pervertido.

QUIZASÍ.       Lo sé lo sé… (QUIZASÍ le envía la imagen de Filetto Capocomico con Leocadio Augustus Tremebundus) ¡Filetto Capocomico! con Leocadio Augustus Tremebundus… su león de peluche . No me digas, que no es pa comérselo…hmmmm...




QUIZANO.    Amo los bigotones desde infante. 

QUIZASÍ.       Me too. Mi primer polvo fue un señor con bigote. En una cruz de mayo, en Granada. Muchos años después me lo encontré  en una orgía. Le dije entonces que él había sido mi primer  amor. Se cortó un montonazo y se fue corriendo de allí... Qué extraño. Habían pasado casi 30 años, pero se conservaba idéntico, solo que canoso. ¡¡¡Y con el mismo bigote!!! Apenas nos escribimos unas cartas y nos vimos tres o cuatro veces, pero aún conservo aquellas misivas de amor escritas a mano, con su letra tan pulcra y redondita. Me quedé un poco consternado, en la fiesta. Tuve muy poco tacto. Se lo dije delante de unos cuantos orgiantes, previamente al acto, mientras se iban desnudando: <<¡Ramón!, ¡eres Ramón!, ¡mi primer amor...!>>

QUIZANO.    Ayyy, ¡qué bonitooo! 

QUIZASÍ.      Me miró, se puso nerviosísimo, cogió la ropa y se fue. ¡Ay, lo que me entró por el cuerpo! Quizano, ¿nunca te  ha ocurrido nada parecido?

QUIZANO.    Curiosamente,  otro Ramón (éste de mi edad y de hiper-velludas piernas también) fue  mi primer amor. Por cierto, lo veo mucho últimamente... Pero ni lo miro ni me mira, del ascazo que me da, el tío.
QUIZASÍ.       Todas se llaman Ramón.
QUIZANO.     Sí…
QUIZASÍ.       Y de tu pueblo…¡Qué pena!, si viviéseis en la Metrópoli, quizás os miraríais de otra forma!
QUIZANO.    Puede, yo soy una mari muy desenvuelta para ser de pueblo...
QUIZASÍ.      ¿Sigue con su bigote?

QUIZANO.    No, mi Ramón carecía de mostacho, solo tenía vello en las piernas. 

QUIZASÍ.     Ah, sí, ya me dijiste, y...¿Qué hicísteis la primera vez? Éste me la intentó colar sin éxito. Comió de mi falo y bebió mi esperma. La primera que probé fue la suya, tenía el sabor del mar.
QUIZANO.   Yo se la mamé al mío durante un buen par de años. Básicamente eso. Hasta que me harté; soy de poca paciencia y borde en extremo cuando alguien lo merece. Vamos, una desagradable de tomo y lomo…

QUIZASÍ.     ¿Qué edad tenias? Yo 21.
QUIZANO.   Yo 18. La última vez que quedé con él sin hacer nada, fue... hará... unos 20 años.
QUIZASÍ.     ¡Cómo pasa el tiempo! ¡Yqué tarde llegamos al sexo! 
QUIZANO.    ¡Siiií, qué tardeee! ¡Y qué tontos!
QUIZASÍ.      ¡Siiií, qué tontos!

QUIZANO.    ¡Qué tontos! Me hubiese gustado empezar mucho antes, con 15, ¡o incluso 12…!
QUIZASÍ.     ¡Y con alguien mayor y peludo!
QUIZANO.   Siiiií. Santitos que fuimos. Con lo bien que lo habríamos pasado de niños chupándosela al lumpen: obreros, chonis, albañiles policías…

QUIZASÍ.     Fuimos dominguitos-sabios que entregábamos nuestra virginidad al martirio, matándonos a comernos el coco.

QUIZANO.   ¡Tontos!…  Si no hubiese sido tan beato, yo hubiera ido con mi culito hidratado y muy dilatado para mi tierna edad, colmado de fluido viril. 
QUIZASÍ.     ¡Si te oyera un putinita!

QUIZANO. ¿Pederastia? Qué va. ¡Práctica ancestral mediterránea! Mira esos curas.



QUIZASÍ.     Sí... yo hubiera sido mucho más feliz cediendo a las miradas impúdicas de mis compañeros y levantando el paño de pureza de los crucifijos. Había un Cristo en la Iglesia de Fátima con pelo rubio y cuerpo atlético. Parecía dormido. El paño era de tela. Había días que mientras le rezaba soñaba que le arrancaba del tirón el trapo. 
Y polucionaba todas las mañanas sin darme cuenta; y mi madre, impertérrita, mudaba a diario las sábanas…Si no hubiese sido tan beato...
QUIZANO.   Y todo porque en las casas no se hablaba de eso.  Pero el caso es que yo era un niño con mucha necesidad de hombre-hombre; de una manaza fuerte y peluda, guiándome.
QUIZASÍ.    Yo me enamoré de un primo mío francés. Llegó adolescente, un verano. Era rubio, como el Cristo, y muy educado. Se llamaba Marc Henry; yo tendría unos 10 años, y él unos 20. Nos bañábamos juntos en la mar y nos mirábamos, extrañados. Me golpeaba el corazón bajo las olas.

QUIZANO.    Qué bonito. Un hombre para tus ojos de niño.
QUIZASÍ.      Sí. Por eso hay que incendiar todo templo que no sea consagrado a Venus.
QUIZANO.    Yo me enamoré de Rogelio: Un chulo de la edad de mi hermana que tenía en un altar. Pelo largo liso y bigote. Hace pocos años, volvía yo del Mercadona de comprar un Don Limpio y, por la acera de enfrente, veo un tío que me resulta super-atractivo...¡ Coño, Rogelio! Tanto y tanto lo miré, que al final me dijo adiós. Creo que me reconoció. Me sentí viva y contenta jajaja: Como una adolescente que lleva en su carpeta de gomas fotos de Pedro Marín (U otro cantante juvenil al uso).
QUIZASÍ.     Ese sí que sigue fantástico. El tiempo no pasa por él. Me da a mí que pactó con el diablo. Lo tengo agregado en mis redes. Qué hombre tan sicalíptico.
QUIZANO.  Yo era más de Pedro Mari Sánchez.  (Se oye el ruido del autobús) Huy, ahí viene el bus. Te dejo, que he de regar mis macetas.

QUIZASÍ.   ¡Anda y yo! Pasa buena noche, QUIZANO (Le envía la foto de Pedro Marín y sale).




QUIZANO. (Quizano le envía un vídeo. Sale de escena, se oye el autobús partir con la canción de fondo.  Es "Gigliola Cinquetti - No tengo edad (En español)" http://youtu.be/7r87MMSdNug).


https://www.youtube.com/watch?v=7r87MMSdNug