domingo, 30 de noviembre de 2014

primera lectura

Recuerdo perfectamente el día que aprendí a leer.
 Aún recuerdo la palpitante emoción de las letras que, al juntarse, se hacían lenguaje.
 Recuerdo el olor a lapicero de la habitación,
 el hombro anguloso del maestro, transpirando a mi lado.
 Y el resto, niebla:
 los niños, los muebles, la luz.
 Lo único realmente nítido eran los signos de ese libro coloreado que,
 al juntarse, describían el Universo.

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