jueves, 31 de marzo de 2011

MALÉFICA





Dos personajes, Maestro y Discípulo, vestidos con trajes fantásticos. El primero como un mago, el segundo como un príncipe vengador, con capa y  luciente espada . Su conversación  es, a la vez que solemne, con cierto toque de ironía. Se hallan ambos ante una extraña puerta con signos esotéricos.

            El Discípulo
Estoy preparado, Maestro.

            El Maestro
Te decidiste al fin.

            El Discípulo
Sí, Maestro. Ya estoy listo para matar al monstruo.

            El Maestro
¿Estás seguro? Piensa que Ella es terriblemente cruel.

            El Discípulo
            Ella debe pagar, y ahora es el momento.

            El Maestro
Puede que hoy, puede que dentro de cien años.... pero -dicen- que al final, Maléfica sucumbirá. Eso es lo que atestiguan las viejas profecías. Pero la vida… está fuera de esa realidad, la realidad no es un cuento para niños. Maléfica gobierna. Dirige a sus demonios, y ellos conviven a nuestro lado, tienen ojos y oídos, tienen manos y piernas, y han trepado ya a la cima de la jerarquía. Confundidos entre nosotros, vigilan  nuestros pasos y fingen el juego social de la gente común con el único objetivo de arrebatarnos todo aquello que en justicia nos pertenece.

                         El Discípulo
                         Vampiros…

                         El Maestro
 Vampiros, una auténtica legión cuyo número aumenta en progresión geométrica. Aunque nosotros seamos fuertes, aunque les observemos a distancia, sus legiones  son inmensamente superiores.

            El Discípulo
Pero,  ¿quiénes son en verdad, ?

            El Maestro
            Almas mediocres,  faltas de seguridad, frustradas por los desengaños de la época. En vida no fueron nada, pero Maléfica les convirtió. Ellos fueron aceptando sus migajas, cediendo a la fascinación de la bruja, alimentándose, hasta que Ella les inoculó su veneno. No empatiza con nadie, excepto con quienes puedan favorecerle su ascenso. Así ha conseguido infiltrarse en Palacio y hacerse el  ama de todo (Gran silencio).
Es entonces cuando La Bella se duerme y los espinos comienzan a rodear el edificio...Al final, la maraña es tan espesa que no se ve el interior de la arquitectura . Sus habitantes creen vivir dentro, pero están dormidos, embriagados por el efluvio de las zarzas. No podemos hacer nada. 

                        El Discípulo
No lo entiendo. Entonces, ¿por qué estamos aquí?, ¿qué posibilidades tenemos contra ellos?

                        El Maestro
Nosotros… no somos seres sobrenaturales, ni poseemos armas para destruirlos. Tan solo disponemos de una inteligencia abstracta y de nuestra práctica en la magia, mucho menos poderosa que las artimañas que ellos dominan:  secretos, corrupción, extorsiónmanipulación,  redes ...  Así  han conseguido estar donde están ahora, bajo el signo de la supremacía de Maléfica. Solo una inquebrantable entereza moral podría vencerles.

            El Discípulo
Pero, ¿nadie es capaz de ver el engaño? 

            El Maestro
Se puede crear con la magia un ser famoso de la nada, un bello Apolo de un adefesio, un héroe de la patria con cuatro mentiras. El tiempo acarrea consigo la  justicia poética. El tiempo descubre a los farsantes, sí, pero solo unos  pocos tienen el don de reconocerlos. Maléfica lanza falsos reflejos en los que se miran los habitantes del palacio rodeado de zarzas.

             El Discípulo
¿Hasta cuándo tendremos que aguantar? ¿Cuándo pagará, Maestro? (Echa mano a  la empuñadura de la espada).

                         El Maestro
 Pagará el día de su destrucción, por  mano de un príncipe vengador que fluirá de su propia conciencia. Maléfica es  la ignorancia de sí misma. Ahora ella y sus prosélitos pululan  a nuestro alrededor apoderándose de los cuerpos de personas conocidas. Una vez poseídos, se instalan en nuestro entorno. Nos evalúan, deciden  sobre nuestras vidas y nuestro futuro, sobre nuestro espacio vital y nuestros recursos, e incluso sobre lo que es o no real. Todo es una farsa  cuyo objetivo es ir minando poco a poco nuestra capacidad de pensar y sentir. Por eso debemos ser fuertes, para preservar nuestra capacidad de seguir en pie y mirando al  frente, con la espada de diamante bien sujeta a la empuñadura. Ese es el gran reto, discípulo. Y es lo que te trae ahora aquí, a las puertas de su aposento.

                        El Discípulo
                        Y yo me haré digno de tal empresa, Maestro (infla todo su cuerpo).

                        El Maestro
No sabes cuán difícil ha sido superar todos los obstáculos, traerte conmigo y llegar a esta misma puerta de su dormitorio. El esfuerzo me ha dejado exánime, solo puedes ser tú el que entre y le dé muerte. Ella no puede vernos, merced al hechizo que nos ha vuelto invisibles y cuyo efecto ya va agotándose. Entra y mátala; pero debes tener mucho cuidado… porque ella es la gran serpiente, el dragón primigenio. Nunca duerme, y antes de que le asestes el golpe, despertará e intentará destruirte … no sin antes jugar contigo. La conozco bien...

           El Discípulo.
(Se arrodilla) Maestro, he sido tu más fiel pupilo. Lo he aprendido todo de tí: he aprendido a velar noches enteras, a estudiar sesudos libros, a descifrar viejos grimorios, a danzar complicadas geometrías, a representar las emociones, a desvelar las formas, a  identificar los sonidos, a leer en el cuerpo y en los labios, a materializar figuras y cosas inexistentes, a viajar con el pensamiento mucho más allá del tiempo; he aprendido a estar presente sin ser notado, a  entrar en todas las mentes, a viajar sin el cuerpo, a soportar los más duros trayectos, a aguantar el dolor; he aprendido a contener mi furia, a callar cuando no hay más remedio. Estoy preparado para asestar el golpe definitivo al monstruo, Maestro.

            El Maestro
            Tras esta puerta está el motivo de tus miedos. Tu gran vampiro está ahí. ¿Estás realmente preparado para luchar sin titubeo? Su poder es muy fuerte y habrás de pelear solo. Sabes también que puedes perder la contienda  y convertirte a sus filas… y que eso sea  finalmente lo más probable ¿Estás dispuesto a correr tal riesgo? Aún tienes tiempo de retroceder.

            El Discípulo
           (Se levanta, echando la mano a la espada) Si para algo vine hasta aquí, fue para dar muerte a Maléfica. No esperaré un minuto más.

            El Maestro
            El tiempo no existe dentro de su aposento. Un minuto puede convertirse en un siglo, en toda una vida.   Y te lo advierto: Ella lo intentará todo. La seducción, el halago, el soborno. Mientras gana tiempo, querrá entrar en tu mente, querrá descubrir tus miedos, y así sabrá mejor dónde atacar. Si esto no le funciona,  urdirá un complot perverso contra ti. Intentará negarte, maldecirte, perseguirte, humillarte, inventando mil formas para destruir tu imagen, disminuir tu inteligencia, anular tu autoestima... envenenará tu vaso, y, ya sin fuerzas, defenderte será inútil. Cambiará de forma. Se convertirá en dragón. Y una vez alcanzada la forma de la Bestia, Maléfica es invencible, porque todo juega  a favor suyo.

             El Discípulo
            (Llegando hacia la puerta del aposento) ¡Bruja maldita! No tienes ningún poder sobre mí¡Juro que tu cetro y corona se hundirán en el polvo del olvido!. (Desenvaina la espada y la alza) Traigo el rayo de luz que disipará tu cuerpo entre las sombras. ¡La espada de diamante!  Ya  es la hora... Maestro, voy a entrar. Solo quiero que me des tu bendición (Se inclina). 

            El Maestro
            Aún estás a tiempo de abandonar la lucha. Piensa si no vivirías mejor rodeado de zarzas.

            El Discípulo
            Está decidido. Bendígame.

            El Maestro
            ( Haciéndole una señal en la frente) Te abriré la puerta (hace un ademán y la puerta se abre. El Discípulo se pierde en la oscuridad).

            El Maestro
            Buena suerte... Ojalá salgas vencedor.


(APAGÓN LENTO)


Luz, el contexto ha cambiado. Los mismos hablando en un pub de forma muy natural. Sentados frente a frente, en  una mesa que se halla en el centro de la escena. Sus ropas ya no son fantásticas, sino normales. A pesar del contenido de la conversación, hablan relajadamente mientras beben de sus copas.

            El Maestro
            La verdad, me costó trabajo reconocerte.

            El Discípulo
            ¿Cuánto tiempo hace que...?

            El Maestro
            El tiempo no existe, ¡ay!, solo el deterioro (se toca la espalda).

            El Discípulo
            ¿Sigues en el mismo lugar impartiendo clases? Tú si que no has cambiado. Cualquiera diría que has hecho un pacto con el diablo.

            El Maestro
            Quizás, pero aunque el diablo y yo somos viejos conocidos, nunca hemos tenido necesidad de hacer ningún pacto. Más preocupado me tiene Dios. Y... cuéntame, ¿cómo llegaste a obtener el Decanato tan rápidamente? Apenas eras un muchacho.

            El Discípulo
            Fuerzas, deseos que gobiernan nuestros sueños, escrúpulos  que debemos ir venciendo, sustituyendo unos sueños por otros...

            El Maestro
            Entiendo, sustituyendo la vieja moral por otra mucho más ventajosa. El signo de los tiempos. 

            El Discípulo
            La necesidad nos convierte, nos vuelve pragmáticos. La crisis, la inestabilidad social, todo se une. Al final, sin querer, la realidad nos cambia.

            El Maestro
            O la ambición nos deforma.
          
            El Discípulo
            Digamos que es de sabios saber aprovechar las oportunidades, y yo lo hice.

            El Maestro
            Y se te dio bastante bien (pausa). Pero todo aquello que te enseñé, lo olvidaste.

            El Discípulo
            Sólo dejé de lado ciertos prejuicios. El resto de tus enseñanzas las he seguido llevando al pie de la letra, cosa que te agradeceré eternamente.

            El Maestro
¿Y para qué llevarlas a la práctica, si el objetivo al que iban destinadas se esfumó en el aire? Te preparé para algo muy grande, y tú…

            El Discípulo
¡Tonterías! Siempre hablabas de la empatía, la bondad, el amor, la solidaridad, ideas demasiado abstractas para este mundo salvaje. Un día, de repente, descubrí lo absolutamente útil que es fingir una sonrisa.  La bondad, el amor, la justicia... ¡ Qué fácil es disfrazarlas de virtud!  No hay bondad que no sea egoísta, ni amor manipulado, ni causa solidaria que no esté fundada en la intriga. Ni que decir tiene, que te hablo esto en confianza, jajaja. Así es como pienso. Estabas equivocado en todo. Maestro, mírame: ahora yo estoy en la cima, y tú… sigues en el mismo sitio. 

            El Maestro
            ¿A cuántos destruíste? ¿A cuántos les arrebataste sus sueños? ¿Cuánta gente ha muerto por tu culpa? (Aparece una mujer enigmática, vestida de camarera, peinada a modo de dos cuernos negros. De una bandeja sirve, silenciosa, las bebidas. El Maestro y la mujer cruzan su mirada por un instante. Después de servir se queda en un ángulo de la escena, en proscenio)

          El Discípulo
         Solo hay una cosa verdaderamente importante en la vida, y es conseguir tu sueño.

         El Maestro
         Claro. Solo debes rodearte  de un equipo de autómatas inseguros de sí, excepto del rebaño al que pertenecen.  Sin diferir de pensamiento, sentimiento o acción... incluso si ésta consiste en deshacerse de alguien molesto.

         El Discípulo
         El mundo es así, no lo podemos cambiar. Es la ley del más fuerte (Bebe).

         El Maestro
         No te conozco... (Dirigiéndose al público) Míralos,  no saben quiénes son,  enajenados de sí, de los suyos y de la naturaleza. Toda su fuerza vital se les va en una inversión que debe rendirles el máximo de beneficios. Son un mero objeto, un artículo...

         El Discípulo
         ...Necesitados de un líder. Yo. Yo soy el que vela por ellos, y  porque su bienestar se mantenga.

         El Maestro
         Aquél doctor con un brillante futuro. Lo acosaste y pusiste a toda la Universidad en su contra. Bastó para que se suicidase a final de curso, te hacía sombra (silencio). El primero de una interminable lista.
         Llegaste a la cúpula, cambiaste las leyes; ahora no eres representante del gremio, eres un capataz que gobierna sus legiones como si fuese un faraón; tan solo importan los cifras de adeptos. Cualquier alumno inteligente debe callar y tragar para sobrevivir, porque hasta sus compañeros lo vigilan. Solo se licencian y medran los tramposos y mediocres.
         Dejaste en la miseria a muchos que te discutían cualquier incidencia, por pequeña que fuese, en tu agenda: gente comprometida, luchadora y bella por dentro. Después, simplemente por no caerte bien o no arrastrarse ante tí, los perseguiste hasta el exterminio ¿Y todo para qué? (silencio, El Discípulo de nuevo, bebiendo).
        Tienes mujer, hijos, y también dos amantes; fuiste al  cirujano varias veces para mejorar tu aspecto; tienes  tres coches, una mansión,  casa de verano, de invierno; un  picadero en el centro, dinero a espuertas, honores.... Perteneces al club más refinado de la ciudad (El Discípulo sigue en silencio mientras da otro trago).
         ¡Ha sido tan difícil llegar hasta tí!, han pasado cien años, pero al fin... empiezas a recordar que fuiste un príncipe vengador que surgiría desde dentro de tí misma. ¿No oyes? (suena un crepitar) ¡Es el sonido de las zarzas, desintegrándose! La bebida que te han servido te está haciendo recordar... ¡Eres tú, Maléfica!
(El Discípulo se echa la mano al cuello, balbuciente, y se va haciendo el apagón. Solo queda iluminada la silueta cornuda de la camarera y, de fondo, el rumor de una multitud)


APAGÓN