lunes, 5 de septiembre de 2011

INCLUSO VOSOTROS


Incluso para los que os creéis
 más seguros en vuestros podios,
 la Fortuna cambia de viento,
 inconstante, y desentierra 
la arena de los asesinatos.






domingo, 31 de julio de 2011

CECILIA GALLERANI: LA DAMA PEOR VISTA DE MADRID



Como ya va siendo común en los últimos tiempos, las grandes capitales atraen masas de turistas movidos por las ofertas de un sinfín de museos cuyo objetivo es el airear sus patrimonios y agenciarse, de paso, pingües beneficios. Todos sabemos lo caro que resulta al ciudadano la conservación del patrimonio cultural. Estos día de sol ha hecho el honor de visitarnos una noble que ha protagonizado la página cultural del verano madrileño: nos referimos a la bella y gentil Cecilia Gallerani, musa de Leonardo Da Vinci. Su retrato preside la exposición temporal del Palacio Real titulada LOS TESOROS DE POLONIA; pero héte aquí, que, la hermosa Cecilia, la dama más deseada de todo Madrid y actual residente del Oriental Palacio, se nos muestra rodeada por un sistema de seguridad que se jacta así mismo como de los más avanzados del mundo, pero que impide, -tanto por las dimensiones del cuadro como por la distancia que nos separa de él- la visión adecuada de tan magnífico objeto. Ni siquiera acompañan al retrato ampliaciones, ni observaciones de los detalles que revelen la técnica del maestro. Simplemente se nos planta, sin más, y a una distancia imposible, la adolescente aristócrata con el “armiño” (que no es tal), más embutida que enmarcada por un horrendo paredón naranja que constriñe la exquisita pintura. Eso sí, advertimos, para nuestra tristeza, que las reproducciones en papel de los folletos y la lejanía a la que se nos condena ver a Cecilia, encubren la mala factura de su fondo negro; esto es: el repinte que sufrió en el siglo XIX y que dejó a la tierna pijilla patéticamente sumergida en un “baño de petróleo”. La terrible ocurrencia que alguien tuvo de convertir en cuadro barroco una pintura del alto renacimiento, no es inusual. El repinte tapó, según demuestran las radiografías, un fondo de puertas y ventanas en tonalidades suaves ¿Dónde estabas, Cecilia? Aunque tu rostro pudiera hablar, deben ser los expertos los encargados de desvelar el misterio de tu presencia. Quizá, si, en vez de gastar tanto en seguridad, algún equipo rascase el demoledor negro y nos alumbrase sobre qué estancias y objetos se encuentran detrás de tu gracioso porte, entenderíamos mucho lo que hacías en aquél año de 1490, frente a los ojos del genio. ¿A quién mirabas, niña? ¿A Ludovico? ¿Era en una sala o en un aposento? ¿De qué tono eran las paredes? Si con su restauración ocurre como con EL CABALLERO DE LA MANO EN EL PECHO (del que salió un azul suave en el fondo, destruyendo su mito de elegancia y rotunda negrura), no importaría, en alas de la verdad, el rescate de este fondo que seguro tiene muchísimo que decirnos. De ser la Señorita Gallerani la dama más deseada, nos la han convertido en la dama peor vista de Madrid. Y ya solo pido una cosa: ¡quiten ese horrendo muro naranja de su alrededor! O se le escapará el armiño. 







jueves, 31 de marzo de 2011

MALÉFICA





Dos personajes, Maestro y Discípulo, vestidos con trajes fantásticos. El primero como un mago, el segundo como un príncipe vengador, con capa y  luciente espada . Su conversación  es, a la vez que solemne, con cierto toque de ironía. Se hallan ambos ante una extraña puerta con signos esotéricos.

            El Discípulo
Estoy preparado, Maestro.

            El Maestro
Te decidiste al fin.

            El Discípulo
Sí, Maestro. Ya estoy listo para matar al monstruo.

            El Maestro
¿Estás seguro? Piensa que Ella es terriblemente cruel.

            El Discípulo
            Ella debe pagar, y ahora es el momento.

            El Maestro
Puede que hoy, puede que dentro de cien años.... pero -dicen- que al final, Maléfica sucumbirá. Eso es lo que atestiguan las viejas profecías. Pero la vida… está fuera de esa realidad, la realidad no es un cuento para niños. Maléfica gobierna. Dirige a sus demonios, y ellos conviven a nuestro lado, tienen ojos y oídos, tienen manos y piernas, y han trepado ya a la cima de la jerarquía. Confundidos entre nosotros, vigilan  nuestros pasos y fingen el juego social de la gente común con el único objetivo de arrebatarnos todo aquello que en justicia nos pertenece.

                         El Discípulo
                         Vampiros…

                         El Maestro
 Vampiros, una auténtica legión cuyo número aumenta en progresión geométrica. Aunque nosotros seamos fuertes, aunque les observemos a distancia, sus legiones  son inmensamente superiores.

            El Discípulo
Pero,  ¿quiénes son en verdad, ?

            El Maestro
            Almas mediocres,  faltas de seguridad, frustradas por los desengaños de la época. En vida no fueron nada, pero Maléfica les convirtió. Ellos fueron aceptando sus migajas, cediendo a la fascinación de la bruja, alimentándose, hasta que Ella les inoculó su veneno. No empatiza con nadie, excepto con quienes puedan favorecerle su ascenso. Así ha conseguido infiltrarse en Palacio y hacerse el  ama de todo (Gran silencio).
Es entonces cuando La Bella se duerme y los espinos comienzan a rodear el edificio...Al final, la maraña es tan espesa que no se ve el interior de la arquitectura . Sus habitantes creen vivir dentro, pero están dormidos, embriagados por el efluvio de las zarzas. No podemos hacer nada. 

                        El Discípulo
No lo entiendo. Entonces, ¿por qué estamos aquí?, ¿qué posibilidades tenemos contra ellos?

                        El Maestro
Nosotros… no somos seres sobrenaturales, ni poseemos armas para destruirlos. Tan solo disponemos de una inteligencia abstracta y de nuestra práctica en la magia, mucho menos poderosa que las artimañas que ellos dominan:  secretos, corrupción, extorsiónmanipulación,  redes ...  Así  han conseguido estar donde están ahora, bajo el signo de la supremacía de Maléfica. Solo una inquebrantable entereza moral podría vencerles.

            El Discípulo
Pero, ¿nadie es capaz de ver el engaño? 

            El Maestro
Se puede crear con la magia un ser famoso de la nada, un bello Apolo de un adefesio, un héroe de la patria con cuatro mentiras. El tiempo acarrea consigo la  justicia poética. El tiempo descubre a los farsantes, sí, pero solo unos  pocos tienen el don de reconocerlos. Maléfica lanza falsos reflejos en los que se miran los habitantes del palacio rodeado de zarzas.

             El Discípulo
¿Hasta cuándo tendremos que aguantar? ¿Cuándo pagará, Maestro? (Echa mano a  la empuñadura de la espada).

                         El Maestro
 Pagará el día de su destrucción, por  mano de un príncipe vengador que fluirá de su propia conciencia. Maléfica es  la ignorancia de sí misma. Ahora ella y sus prosélitos pululan  a nuestro alrededor apoderándose de los cuerpos de personas conocidas. Una vez poseídos, se instalan en nuestro entorno. Nos evalúan, deciden  sobre nuestras vidas y nuestro futuro, sobre nuestro espacio vital y nuestros recursos, e incluso sobre lo que es o no real. Todo es una farsa  cuyo objetivo es ir minando poco a poco nuestra capacidad de pensar y sentir. Por eso debemos ser fuertes, para preservar nuestra capacidad de seguir en pie y mirando al  frente, con la espada de diamante bien sujeta a la empuñadura. Ese es el gran reto, discípulo. Y es lo que te trae ahora aquí, a las puertas de su aposento.

                        El Discípulo
                        Y yo me haré digno de tal empresa, Maestro (infla todo su cuerpo).

                        El Maestro
No sabes cuán difícil ha sido superar todos los obstáculos, traerte conmigo y llegar a esta misma puerta de su dormitorio. El esfuerzo me ha dejado exánime, solo puedes ser tú el que entre y le dé muerte. Ella no puede vernos, merced al hechizo que nos ha vuelto invisibles y cuyo efecto ya va agotándose. Entra y mátala; pero debes tener mucho cuidado… porque ella es la gran serpiente, el dragón primigenio. Nunca duerme, y antes de que le asestes el golpe, despertará e intentará destruirte … no sin antes jugar contigo. La conozco bien...

           El Discípulo.
(Se arrodilla) Maestro, he sido tu más fiel pupilo. Lo he aprendido todo de tí: he aprendido a velar noches enteras, a estudiar sesudos libros, a descifrar viejos grimorios, a danzar complicadas geometrías, a representar las emociones, a desvelar las formas, a  identificar los sonidos, a leer en el cuerpo y en los labios, a materializar figuras y cosas inexistentes, a viajar con el pensamiento mucho más allá del tiempo; he aprendido a estar presente sin ser notado, a  entrar en todas las mentes, a viajar sin el cuerpo, a soportar los más duros trayectos, a aguantar el dolor; he aprendido a contener mi furia, a callar cuando no hay más remedio. Estoy preparado para asestar el golpe definitivo al monstruo, Maestro.

            El Maestro
            Tras esta puerta está el motivo de tus miedos. Tu gran vampiro está ahí. ¿Estás realmente preparado para luchar sin titubeo? Su poder es muy fuerte y habrás de pelear solo. Sabes también que puedes perder la contienda  y convertirte a sus filas… y que eso sea  finalmente lo más probable ¿Estás dispuesto a correr tal riesgo? Aún tienes tiempo de retroceder.

            El Discípulo
           (Se levanta, echando la mano a la espada) Si para algo vine hasta aquí, fue para dar muerte a Maléfica. No esperaré un minuto más.

            El Maestro
            El tiempo no existe dentro de su aposento. Un minuto puede convertirse en un siglo, en toda una vida.   Y te lo advierto: Ella lo intentará todo. La seducción, el halago, el soborno. Mientras gana tiempo, querrá entrar en tu mente, querrá descubrir tus miedos, y así sabrá mejor dónde atacar. Si esto no le funciona,  urdirá un complot perverso contra ti. Intentará negarte, maldecirte, perseguirte, humillarte, inventando mil formas para destruir tu imagen, disminuir tu inteligencia, anular tu autoestima... envenenará tu vaso, y, ya sin fuerzas, defenderte será inútil. Cambiará de forma. Se convertirá en dragón. Y una vez alcanzada la forma de la Bestia, Maléfica es invencible, porque todo juega  a favor suyo.

             El Discípulo
            (Llegando hacia la puerta del aposento) ¡Bruja maldita! No tienes ningún poder sobre mí¡Juro que tu cetro y corona se hundirán en el polvo del olvido!. (Desenvaina la espada y la alza) Traigo el rayo de luz que disipará tu cuerpo entre las sombras. ¡La espada de diamante!  Ya  es la hora... Maestro, voy a entrar. Solo quiero que me des tu bendición (Se inclina). 

            El Maestro
            Aún estás a tiempo de abandonar la lucha. Piensa si no vivirías mejor rodeado de zarzas.

            El Discípulo
            Está decidido. Bendígame.

            El Maestro
            ( Haciéndole una señal en la frente) Te abriré la puerta (hace un ademán y la puerta se abre. El Discípulo se pierde en la oscuridad).

            El Maestro
            Buena suerte... Ojalá salgas vencedor.


(APAGÓN LENTO)


Luz, el contexto ha cambiado. Los mismos hablando en un pub de forma muy natural. Sentados frente a frente, en  una mesa que se halla en el centro de la escena. Sus ropas ya no son fantásticas, sino normales. A pesar del contenido de la conversación, hablan relajadamente mientras beben de sus copas.

            El Maestro
            La verdad, me costó trabajo reconocerte.

            El Discípulo
            ¿Cuánto tiempo hace que...?

            El Maestro
            El tiempo no existe, ¡ay!, solo el deterioro (se toca la espalda).

            El Discípulo
            ¿Sigues en el mismo lugar impartiendo clases? Tú si que no has cambiado. Cualquiera diría que has hecho un pacto con el diablo.

            El Maestro
            Quizás, pero aunque el diablo y yo somos viejos conocidos, nunca hemos tenido necesidad de hacer ningún pacto. Más preocupado me tiene Dios. Y... cuéntame, ¿cómo llegaste a obtener el Decanato tan rápidamente? Apenas eras un muchacho.

            El Discípulo
            Fuerzas, deseos que gobiernan nuestros sueños, escrúpulos  que debemos ir venciendo, sustituyendo unos sueños por otros...

            El Maestro
            Entiendo, sustituyendo la vieja moral por otra mucho más ventajosa. El signo de los tiempos. 

            El Discípulo
            La necesidad nos convierte, nos vuelve pragmáticos. La crisis, la inestabilidad social, todo se une. Al final, sin querer, la realidad nos cambia.

            El Maestro
            O la ambición nos deforma.
          
            El Discípulo
            Digamos que es de sabios saber aprovechar las oportunidades, y yo lo hice.

            El Maestro
            Y se te dio bastante bien (pausa). Pero todo aquello que te enseñé, lo olvidaste.

            El Discípulo
            Sólo dejé de lado ciertos prejuicios. El resto de tus enseñanzas las he seguido llevando al pie de la letra, cosa que te agradeceré eternamente.

            El Maestro
¿Y para qué llevarlas a la práctica, si el objetivo al que iban destinadas se esfumó en el aire? Te preparé para algo muy grande, y tú…

            El Discípulo
¡Tonterías! Siempre hablabas de la empatía, la bondad, el amor, la solidaridad, ideas demasiado abstractas para este mundo salvaje. Un día, de repente, descubrí lo absolutamente útil que es fingir una sonrisa.  La bondad, el amor, la justicia... ¡ Qué fácil es disfrazarlas de virtud!  No hay bondad que no sea egoísta, ni amor manipulado, ni causa solidaria que no esté fundada en la intriga. Ni que decir tiene, que te hablo esto en confianza, jajaja. Así es como pienso. Estabas equivocado en todo. Maestro, mírame: ahora yo estoy en la cima, y tú… sigues en el mismo sitio. 

            El Maestro
            ¿A cuántos destruíste? ¿A cuántos les arrebataste sus sueños? ¿Cuánta gente ha muerto por tu culpa? (Aparece una mujer enigmática, vestida de camarera, peinada a modo de dos cuernos negros. De una bandeja sirve, silenciosa, las bebidas. El Maestro y la mujer cruzan su mirada por un instante. Después de servir se queda en un ángulo de la escena, en proscenio)

          El Discípulo
         Solo hay una cosa verdaderamente importante en la vida, y es conseguir tu sueño.

         El Maestro
         Claro. Solo debes rodearte  de un equipo de autómatas inseguros de sí, excepto del rebaño al que pertenecen.  Sin diferir de pensamiento, sentimiento o acción... incluso si ésta consiste en deshacerse de alguien molesto.

         El Discípulo
         El mundo es así, no lo podemos cambiar. Es la ley del más fuerte (Bebe).

         El Maestro
         No te conozco... (Dirigiéndose al público) Míralos,  no saben quiénes son,  enajenados de sí, de los suyos y de la naturaleza. Toda su fuerza vital se les va en una inversión que debe rendirles el máximo de beneficios. Son un mero objeto, un artículo...

         El Discípulo
         ...Necesitados de un líder. Yo. Yo soy el que vela por ellos, y  porque su bienestar se mantenga.

         El Maestro
         Aquél doctor con un brillante futuro. Lo acosaste y pusiste a toda la Universidad en su contra. Bastó para que se suicidase a final de curso, te hacía sombra (silencio). El primero de una interminable lista.
         Llegaste a la cúpula, cambiaste las leyes; ahora no eres representante del gremio, eres un capataz que gobierna sus legiones como si fuese un faraón; tan solo importan los cifras de adeptos. Cualquier alumno inteligente debe callar y tragar para sobrevivir, porque hasta sus compañeros lo vigilan. Solo se licencian y medran los tramposos y mediocres.
         Dejaste en la miseria a muchos que te discutían cualquier incidencia, por pequeña que fuese, en tu agenda: gente comprometida, luchadora y bella por dentro. Después, simplemente por no caerte bien o no arrastrarse ante tí, los perseguiste hasta el exterminio ¿Y todo para qué? (silencio, El Discípulo de nuevo, bebiendo).
        Tienes mujer, hijos, y también dos amantes; fuiste al  cirujano varias veces para mejorar tu aspecto; tienes  tres coches, una mansión,  casa de verano, de invierno; un  picadero en el centro, dinero a espuertas, honores.... Perteneces al club más refinado de la ciudad (El Discípulo sigue en silencio mientras da otro trago).
         ¡Ha sido tan difícil llegar hasta tí!, han pasado cien años, pero al fin... empiezas a recordar que fuiste un príncipe vengador que surgiría desde dentro de tí misma. ¿No oyes? (suena un crepitar) ¡Es el sonido de las zarzas, desintegrándose! La bebida que te han servido te está haciendo recordar... ¡Eres tú, Maléfica!
(El Discípulo se echa la mano al cuello, balbuciente, y se va haciendo el apagón. Solo queda iluminada la silueta cornuda de la camarera y, de fondo, el rumor de una multitud)


APAGÓN

lunes, 7 de febrero de 2011

Educación Artística: Nidos de víboras



            Con este escrito transmito mi inquietud,  pero si alguien se da por aludido, será porque algo de lo que reflejo aquí estará ocurriendo no muy lejos de  algún departamento.
Este sábado presencié algo que suele decirse es “muy normal” en el autobús Portillo que marcha la noche del sábado en la costa. Una pandilla de adolescentes menores de edad entraron con copas de alcohol en las manos en el transporte público. Un grupo de extranjeros del Este, de entre 35 y 55 años, charlaban amigable y felizmente durante todo el trayecto. Al poco de subir la tribu de “canis” uno de estos "se metió" con la única mujer del grupo de extranjeros y de repente se produce una batalla campal: puñetazos, insultos, tirones de pelo y rostros desorbitados de violencia de unos jóvenes que no respetan nada, cuyos padres esperan sin duda que reciban clases de moralidad en la escuela. Niños ebrios contra personas maduras tranquilas, hechas y derechas, una muchedumbre de niños contra un escaso círculo que podrían ser sus padres o abuelos.
Ya lo anunciaba Cyrano de Bergerac en su Viaje a la Luna, o las  ilustraciones de Grandlville en L’Autre Monde,  el mundo se está dando la vuelta, por culpa de uno de los más desastrosos sistemas educativos que haya conocido la historia de la Piel de Toro.
¿Dónde se halla  el germen de todo esto? No lo sé. Pero sí puedo hablar de un lugar donde estos desajustes se alimentan y generan a un nivel mucho más sutil y  despiadado. Me refiero a las enseñanzas artísticas, de las que puedo hablar con propiedad después de haber pasado por varios centros y diferentes épocas  y directivas, de estas instituciones cuyo objetivo parece ser el de transmitir y educar en el conocimiento y sentimiento artístico.

            Nadie habla nunca de esto, o lo hace de forma muy genérica o solapada, pero se muestra como un hecho que se repite cada vez con más frecuencia en el ámbito de las enseñanzas superiores y la universidad. Hablo del acoso laboral o moobing. Habría que preguntar qué o quiénes favorecen estos acosos a los educadores, y la respuesta es bien clara: el sistema educativo elige víctimas, chivos expiatorios que paguen las deficiencias de una administración corrupta, basada en las más ponzoñosas de las camarillas,  la chapucería más lamantable, el tráfico de influencias y las más atroces envidias.
            Y digo bien, en ningún medio como en estas ramas de la educación artística, -donde debería educarse para la sensibilidad, la belleza y las leyes de la armonía universal-, se sufre tanto la manipulación estudiantil, las intrigas palaciegas y la prevaricación sobre los puestos de trabajo y “dignidades” académicas. Para empezar, el personal es relativamente reducido y con poca movilidad, lo que hace más que apetecible las vacantes. Muchas veces la administración se “salta una titulación” para colocar a un “enchufado” desde otro cuerpo, o exige una titulación para que el que tendría derecho al puesto no lo consiga. Luego están las “comisiones de servicio”, donde el enchufismo podría ser el más claro sinónimo del término, comisiones en gran parte creadas para un sistema  que establece una serie de agujeros por donde “colar” a  familiares y allegados en puestos de poder. Si alguien reclama esta injusticia la Administración dispone de un tiempo inmensamente necesario para que el perjudicado se aburra en su reclamación, abandone  el proceso, cambie de bolsa, o se vaya a buscar trabajo a otra ciudad.
Todo esto se genera en las “camarillas” o cúpulas de poder de los centros. con el beneplácito de la inspección (cuya ganada fama de no dar golpe es celebrada universalmente*). Las enseñanzas artísticas están dominadas por estas redes de educadores-vampiros, generadas gota a gota a través de un veneno ancestral en los sucesivos equipos directivos, fruto del sentido tardofranquista del nepotismo, la corruptela, el tráfico de influencias, amiguismo y otras formas baratas de accionismo que han generado uno de los más mediocres sistemas educativos que conocerse pueda en el ámbito europeo.
            Si hay un término que pueda definir  a la enseñanza artística en nuestra región, es, en efecto, el de la mediocridad, mediocridad en mayúsculas generada por la colocación de educadores “a dedo” junto a la busca, captura y exterminio de los educadores realmente dotados, que ven con angustia cómo el acoso, el ninguneo y la  manipulación ejercida sobre su trabajo se lo hacen doblemente difícil. No importa que fulano se haya pasado la vida estudiando, tenga más títulos y méritos y doctorados, si zutano, que pasó de arreglar pelos en una peluquería de señoras o mengano, celador de hospital, son amigos del director, la jefa de estudios o la secretaria de turno y sus coribantes. El mismo caso vimos en las dos últimas oposiciones, donde el amiguismo ha sido de un descaro espectacular. Se han visto casos espeluznantes de cómo individuos recién salidos de la carrera y sin tiempo de servicio se han colocado por delante de profesionales superdotados con un tiempo de servicio y experiencia  reconocida de años. Su calvario no hace más que empezar. Continuando de funcionarios interinos, vuelven a quedar en manos de las camarillas que les han negado el derecho a una posición digna y una vida un poco más fácil. Y, si estas directivas se lo proponen, los machacarán. Porque medios de hacerlo hay, y variados. El uso corrupto de la política y sus connivencias están en la raíz de del problema. No se tratará, la mayoría de los casos, de un un desarreglo educativo, sino de un conflicto de intereses, poder o lucro.
            El moobing algún día no lejano se equiparará al maltrato de género, porque sus efectos son iguales de destructivos. Recuerdo una película fascinante de hace pocos años, titulada LA OLA, donde un profesor de ciencias políticas genera para sus alumnos una práctica para demostrarles lo fácil que es caer en una autocracia (evitando usar el término fascismo, ya que están en Alemania). En efecto, comienza por crearles a estos alumnos una conciencia de elegidos, les hace creer ciegamente en su liderazgo y los manipula para hacer lo que el líder considere lo correcto. El experimento se le va de las manos y todo acaba en tragedia. ¿Quiénes son estos líderes de las enseñanzas artísticas? En la mayor parte de los casos, artistas frustrados, que se miden con lo poco que tienen delante, ya que ni siquiera la mayoría ha ejercido en el ámbito del mercado artístico, pero se sienten reyes en su gris microcosmos. La suspicacia de éstos sobre los que tienen un curriculum profesional brillante o una carrera de estudios académicos universitarios, o, simplemente, una óptica diferente de la asignatura, es tal, que harán lo posible para que no escalen en ninguna jerarquía de la educación, vaya a ser que sus “competidores” los pongan en evidencia. Si algo hay que hayan aprendido estos seres, es a imponer sus criterios como dogmas y hacerles ver al alumnado que estos dogmas son inviolables. La forma de comprar a los alumnos es fácil: decirles que son geniales, notas altas, favoritismos, talleres donde estos participen como lucimiento, promesas laborales o actuaciones en futuros festivales y encuentros, etc, con una camaradería destinada a sacarle información  de su “enemigo” para luego negativizar el trabajo de éste.
            Los alumnos de esta manera harán todo lo que les aconseje su líder, que nunca se pillará las manos denigrando directamente al que él considera rival, sino haciendo comentarios obtusos sobre la forma de trabajar de cierto profesor, de su forma de dar los contenidos, o de su estilo personal. El moobing no lo ejercerá solo una persona, será ayudado, claro está, por la cúpula del poder. Estos alumnos-kamikaze se tomarán como algo personal la destrucción del “profesor no deseado”, como una lucha romántica contra alguien que es necesario que salga del círculo que ha envenenado su ascensión en el conocimiento. Le buscarán las vueltas, tachándolo de inútil o vago (aunque trabaje más que todos los funcionarios juntos). Buscando, En resumidas cuentas, la forma de deslucir su trabajo para enviarle a la Inspección a través de escritos. La Inspección por supuesto, para no remover demasiado la mierda; sí, he dicho bien: la mierda;  elegirá tomar al profesor acusado como chivo expiatorio antes de recalar en una investigación real sobre la profunda podredumbre de un sistema que ha instalado en sus filas a hileras de grises funcionarios de dudosa categoría moral y más aún dudosa  capacidad transmisora del conocimiento.

         Pero lo más triste del asunto, no será, si cabe, ese frente de acólitos guerreros-alumnos dispuestos a defender la “causa de la educación”, sino otro núcleo: el de los "eminentes" profesores-colaboradores que han “presenciado” el triste caso del profesor de marras y que, si no ayudan a su destrucción directamente, miran hacia otro lado con socarronería, indiferencia o miedo. Ese es el peor de los grupos, el de aquellos miembros del claustro que asisten, impasibles, al maltrato del compañero, con las espaldas guardadas (o eso se creen), pensando que es una desgracia, sí, que no va con ellos, pero que  jamás lo sufrirán en sus propias barbas. Qué equivocados están. Parafraseando a Martin Luther King: " lo preocupante no es la perversidad de los malvados, sino la indiferencia de los buenos". 
            La administración ha instalado un  fascismo discreto y terrible para el educador que quiere cambiar el sistema, mejorar el mundo y hacer este más libre,  feliz y llevadero, o simplemente, desarrollar su trabajo con normalidad sin ser el rival del envidioso fulano de turno, o el usurpador del jugoso puesto de trabajo para quien quería aquél miembro de aquella directiva. Si puede, y le será fácil hacerlo, la directiva lo eliminará, como al doctor Dillamond del musical Wicked, eligiéndolo como “chivo expiatorio”, no sin antes haberle proporcionado una cruel tortura psicológica. La administración misma funciona de esta manera. Ya nadie vela por el profesor, todo se determina en base a la aceptación de la ignorancia, el voto de la audiencia, el escrito colectivo del alumnado como una llamada colectiva al teléfono de Gran Hermano para hacerlo salir de la casa, en este caso, de un trabajo honrado que se había ganado a fuerza de años de esfuerzo y apuestas arriesgadas. La Inspección acude, se le somete a un interrogatorio ilegal y kafkiano, se le desautoriza y autoriza al alumnado, llama como expertos para revisar su trabajo a los propios  compañeros-jefes-acosadores y el cerco cae sobre el profesor, que se ve de repente dentro de un ataúd  y con un réquiem sonando de fondo. Nuestra figura, la del educador, se ha desautorizado, y el escarnio público y la inmolación del profesor “non grato” que denuncia estos vacíos o cuestiona los contenidos se hace regla de turno.
            Vuelvo mi mirada a la escena del autobús: los críos con ojos desorbitados de odio irracional, y el cansancio y desesperación en la mirada de los emigrantes que aún se recomponen la ropa tras la conflagración.  Y pienso que esto que ocurre es consecuencia de un sistema al que solo le importan la rentabilidad y los resultados, pero que no se detiene en el proceso. Un sistema que, cuando hay un problema grave de estructura, simplemente, se desgarra las vestiduras y se busca quien pague el pato por sus desarreglos
          Nos mandarán a galeras, y el sistema seguirá funcionando con un concepto escolástico y decadente, desecando un páramo espiritual donde únicamente podrán anidar- y prosperar- las víboras.

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* La vecina de mi madre, comentaba hace unos días: " mi Merceditas en cuanto pueda, deja la docencia y se mete a inspectora, porque los inspectores no trabajan". Habla con propiedad. Su marido fue en otros años inspector y militante de una facción católica muy conocida en el universo de la educación. Mi madre también me hace otro comentario al respecto, cuando la vecina  se va al mercado: "¿Cómo crees tú que se ha ganado la plaza esa niña recién salida de los estudios?  Nene, hay que tener un padrino, o un padre".