lunes, 22 de noviembre de 2010

MAUSOLEO, pequeño drama de vampiros

Esta entrada es parte de un trabajo que estoy elaborando: una tetralogía que publicaré a medida que la termine. Son cuatro piezas cortas protagonizadas por vampiros. Esta, concretamente, Mausoleo, fue comenzada en Málaga, pero en su mayor parte sería escrita en Amsterdam. Versa de un viaje que nunca hubo que hacer y de la muerte de un amor, como todos, un amor vampiro. 


Mausoleo
Pequeño drama de vampiros 



(Dos personajes, cada uno tras una puerta inmensa. el personaje 2 pegando en la puerta)


DRAMATIS PERSONAE


PERSONAJE1
PERSONAJE2

P1-     ¿Quién es?

P2-     ¡Abre!

P1-    ¿Quién es?

P2-    Soy yo, abre.

P1-    Tú…

P2-    Si, yo…¡abre!

P1-    ¿Por qué has venido?

P2-    ¿Por qué crees tú?

P1-    ¿Qué quieres?

P2-    Ya te explicaré… pero ábreme la puerta.

P1-    No, no…

P2-    ¿Por qué?

P1-     No voy a abrirte. No me fío de ti.

P2-    ¿Por qué dices eso? Me entristeces, me ofendes.

P1-    ¿No has tenido bastante? ¿Por qué  vuelves a molestarme?  Además... tú estás…

P2-   ¡Ábreme por favor! Te necesito...No sabes cuánto duele. 

P1-    ¡Já! Hace tiempo yo sentía igual. Pero ahora…

P2-    Es un dolor inmenso. … ¡Y esta sed! 

P1- ¿Por qué vuelves? ¿Por qué sigues atormentándome?Nuestra vida juntos...todo eso se terminó. Yo me he ido. Y tú…Tú estás muerto.

P2-   ¡Deja que me defienda!, déjame hablar. No soy el mismo.

P1-   Te he dicho que se acabó.  Lo siento. 

P2-   ¡Me abandonaste!

P1-   Sí. Te abandoné. En la ciudad de los canales...Sí, fue allí donde sucedió. Un día gris.....

P2-   Nunca olvidaré ese día......Un día de luz plomiza. No hacía ni calor ni frío.     Íbamos en barca. Fue entre esas viejas casas de muñecas que iban pasando ante los ojos, cuando empecé a  notar tu ausencia, durante aquella fiesta de carrozas y máscaras, cuando  definitivamente sentí que te perdías de mí. Algo se rompió, de repente. Tú no eras tú, no te reconocía. No podía entenderlo, no podía consentirlo... por eso me comporté groseramente, por eso me viste altanero, egoísta y violento. No pude evitarlo, no pude.  Pero no, no... fue en aquel jardín barroco, cuando, en medio de la comida, -servida como una danza por aquellos camareros de ojos zarcos-, me retrataste en el cuaderno de dibujo . En ese momento sentí en tu mirada... un fulgor extraño. Un vacío y a la vez un  tedio infinito. Nunca tuvimos que hacer aquel viaje... a partir de ahí nada fue igual. Tú…. te alejaste de mí. Me fuiste apartando desde aquél instante, mientras me trazabas con tu pulso certero sobre el papel…

P1-   Dices que he sido yo.
¡Qué difícil es mirarse hacia adentro! Es lo más difícil del mundo, ¿verdad?; ¿te has mirado por dentro alguna vez? Seguro que no. Siempre depositando la culpa en el  otro. En cambio, yo, en mi continuo autoexamen, confieso que, en aquel viaje, cada vez que tú no estabas, respiraba a felicidad . Yo podía hablarte lúcidamente de mis sentimientos, y tú en cambio, solo podías hablarme de lo que estaba bien o mal, de lo que era correcto o incorrecto. Jamás te diste cuenta de que el papel de amo te sobraba conmigo. 

P2-   ¡Has cambiado tanto, cambiaste tanto en tan poco tiempo!

P1- Todos cambiamos. No me conoces. En absoluto. ¿Me conociste alguna vez? Creo que no. Cuando me encontraste  yo ya era la oruga  que estaba engendrando a la mariposa. Los buenos momentos se desvanecieron pronto. De un día para otro  tenía a mi lado a un desconocido interpretando demasiado a la ligera mis palabras, enalteciendo mis supuestos errores. El timbre de tu voz sonaba cargado de reproche y rencor. Siempre intentando doblegarme. Pero un nuevo mundo ya había abierto sus puertas para mí. Todo se me reveló en un momento, cuando estábamos almorzando en aquél mágico jardín barroco. Quizá fuese el vino, o aquellos platos cubiertos de especias… Durante  aquel almuerzo no solo veía los colores maravillosos de aquella naturaleza silenciosa y animada. En medio de aquella imagen sublimada también estabas tú… decrépito, cetrino y oscuro, lleno de arruguitas minúsculas, con una presumida condescendencia fingida, atento a lo que pudiera ocurrir en aquél maravilloso y conmovedor jardín  de mi conciencia, donde antes te dibujé con trazo ideal. Un viejo ratonil y ladino, demasiado decadente y cuadriculado. Al observarte tenía que disimular una mezcla de compasión y recelo. 

P2-  ¡Qué cruel eres conmigo! 

P1-  No pretendo ser cruel; intento, simplemente, describir la emoción de aquél día... Ya sólo son posibles respuestas pormenorizadas; no  sirven los silencios, ni las medias  verdades. Ya me he vaciado de tí. Hacía tiempo que habías desaparecido, mucho antes de aquél viaje a la ciudad encantada, donde nos perdimos el uno al otro para siempre.
   Me he guarecido aquí, entre palabras y mármoles, tras esta pared cada vez más gruesa hecha de distancia y tiempo. Una vez compartimos alegrías. Te quise;  y aún te quería antes de emprender aquel viaje. Pero ya no. Ya es imposible,  no volverás a entrar en mi vida de nuevo. Tendrías que pedírmelo auténtica, fervientemente, tendrías que abandonar tu soberbia, y no... ese no es tu estilo. Quizá lo que una vez nos unió fuese el perfecto desconocimiento de ambos. De todos modos, ya, ¿qué más da? Hemos muerto el uno para el otro.  

P2-   Fuiste tú quien dejó de quererme. Yo te buscaba y tú me rehuías. ¿Qué te había pasado? Estabas cambiado, no sólo físicamente; te dispersabas en mil cosas, en mil pensamientos, no atendías cuando te hablaba, era como si estuvieses siempre ausente, en otra parte, lejos de mí. Yo ponía todo mi empeño, pero tú, te esfumabas, te deslizabas de mis brazos no sé a dónde. Era imposible adaptarse a tus caprichos, siempre  imprevisibles y cambiantes. Y ahora... te refugias ahí, tras esa pared, sabiendo cuánto te deseo. Abre la puerta. Abre  y sabrás por qué estoy aquí. Te prometo que será diferente. No te haré ningún reproche más, nunca más te diré lo que has de hacer, ni lo que está bien o mal, no te importunaré, ni  violentaré en lo más mínimo. Óyeme: te propongo un juego: cambiemos los papeles. Yo seré ahora el siervo, y tú el amo. Recuerda cuánto hemos disfrutado juntos, no puedes olvidar el tiempo en que estuvimos tan unidos. Ábreme, no estoy muerto, ¿me oyes? ¡No estoy muerto!

P1-   ¡Espera! Escucha lo que tengo que decirte antes de seguir pidiéndome que te abra. La noche que escapé de ti durante aquel viaje maldito se abrieron algo más que  las puertas de mi conciencia. Aún no sé si fue sólo producto de aquella extraña comida, pero  cuando te dejé recorrí las calles llenando mi pecho de aire, y, a medida que andaba, todo me parecía nuevo y diferente. Cualquier minúsculo detalle contenía todo el universo, y se cargaba de sentido. Minutos antes era una momia apergaminada y sin voluntad y luego… me sentía como un pájaro que acabara de escapar de la jaula. Entendía las arquitecturas, los jardines, el tránsito de la gente en las calles. Podía oír el arrullo del agua como una sinfonía o empatizar con  la emoción de un humilde animal ¡Todo era tan distinto de cuando iba bajo tu tutela! 
   Luego...se hizo de noche y entré en aquella casa. Lo primero que vi fueron sus ojos en la sala llena de cuerpos. Fue imposible resistirse. Su sonrisa y su olor me envolvieron y caímos abrazados. Una niebla espesa se interpuso entre aquél primer encuentro y el siguiente despertar, y después… el ansia mortal  e incontenible. Todo mi cuerpo temblaba sintiendo la poderosa necesidad de aquéllos abrazos extraños. Sabía que sin su presencia todo se hundiría como en un cataclismo. En mi alma algo nacía, pero en mi cuerpo, a la vez, mi vida se desintegraba. La noche siguiente volvimos a vernos a tus espaldas. Hablamos y bebimos en un bullicioso salón lleno de gentes de todas partes del planeta, y después él me trajo a casa. Me transportó en sus brazos, sobre las puntas de los tejados, desplegando sus alas negras. Allí, en nuestro propio lecho, bajo sus besos experimentados,  supe que había llegado mi hora. Entró en mí aspirándome, absorbiéndome por completo. Luego se marchó, indiferente y saciado mientras yo abandonaba convulsamente la vida. Finalmente desperté en este mausoleo donde me has encontrado. No sé cuánto tiempo ha transcurrido. Pero no he sentido ninguna sed hasta que te acercaste al portón. Me hiciste sufrir, pero ya nunca más me harás daño. A pesar de estas ansias de fuego perennes, puedo prescindir de tu sangre. Sólo si te desnudases, si te despojases de tu respetable coraza, podríamos fundirnos de nuevo. Pero no eres capaz, tienes miedo a ser tú, siempre lo tuviste. No moveré un dedo por ti.

P2-  (Sollozando) ¡No!, no digas eso. Sabes que no es verdad.

P1-  Estás muerto, no me pidas que te abra. Sabes lo que nos pasará si abro la puerta. 

P2-   No creas todo lo que dicen de mí. No soy ese monstruo del que hablan. Es verdad que he hecho locuras, pero ahora ves que vengo a corazón descubierto. Lo reconozco… he sido yo el que te ha perdido, no he sabido ver en tu interior… Soy yo el culpable, ¡yo!, el torpe, el violento. Abre...te lo suplico.

P1-  ¿Sabes en lo que me he convertido? 

P2-   No me importa. Te deseo de cualquier forma,  Me moriré si no vuelves. Ven conmigo. Perdóname, ¡perdóname! Te quiero más que nunca... ¡Abre, abre, por favor!, te necesito totalmente. Me vuelvo loco… me muero (se va deslizando hasta el suelo, donde queda extenuado, sollozando).

P1-  (Acercando la mejilla a la puerta) ¿ Estás llorando? Nunca pensé que te vería llorar. Nunca te vi derramar una lágrima (Abre la puerta del mausoleo lentamente, sale y se agacha, acariciando el rostro del personaje2). Qué cálidas, qué vivas brotan las gotas, es como un milagro. Podrían fundir estas manos heladas. Amor, levántate. Ven. Abrázame, yo también te deseo, te quiero con todo mi ser. Sí, sí...estaremos siempre juntos. (El personaje1 abre la boca y muerde ansiosamente el cuello del personaje 2, que gime, perdiendo poco a poco la fuerza, hasta caer exánime en sus brazos. El Personaje 1 tiene la boca ensangrentada). Mañana despertarás y nada de este tormento habrá quedado. No sentirás calor, ni frío, ni dolor. Ven, duerme aquí, junto a mí, sobre el mármol; venceremos al tiempo y los gusanos... La carne pasa, pero nosotros seguiremos aquí, resplandeciendo juntos, en este mausoleo.

TELÓN

No hay comentarios:

Publicar un comentario