Sentí como si muchas manos a la vez me arrojaran al vacío.
Cómo eran la rabia y el horror que sentía, hoy quiero olvidarlo.
Pero el ángel se apiadó de mí , y, cogiéndome en volandas,
me depositó en tierra de nadie, curado
por la más dulce y sutil de sus lágrimas.
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