martes, 28 de enero de 2014

El despertar del vampiro






IV.3
EL DESPERTAR DEL VAMPIRO







EPSTEIN, La caída de la Casa Usher, 1928


Esta luz es el espejo común de todos los pensamientos y todas las formas, preserva las imágenes de todo lo que ha sido, los reflejos de mundos pasados, y por analogía, los bocetos del mundo por venir.
La clave de los misterios. Eliphas Levi, 1859





1. Theda Bara

3.1. Un nuevo culto
El nuevo arte nació ya con su aureola de mito, con una zona radiante y otra oscura. La época del silent movie se cubre de negros velos; olvidada, horadada de pérdidas irremediables, de empolvados fantasmas, de historias inconfesables y estrellas al borde del acantilado. Se cubre tan enigmática como la primera mujer vampiro del cine, Theda Bara, cuya identidad y ascendencia aún hoy resultan dudosas.
Comenzó llamándose Teodosia Coppet en el teatro, para luego convertirse en Theda Bara (juego de palabras con los términos <<arab death>>, parece ser por sugerencia de los cerebros de la Fox)1. Theda Nunca interpretó al monstruo mítico que todos conocemos, pero sí supo rodearse de un resolutivo marketing, que lanzó su belleza plutoniana por carteles y pantallas. De todos sus filmes sólo nos queda uno, quizá insuficiente para conocer el carácter general de sus puestas en escena, - seguramente ingenuas-. Sí nos quedan esas fotos donde nos mira desafiante, semidesnuda y ataviada con los esqueletos de sus amantes muertos, remedo perfecto que alienta una ancestral tradición iconográfica de lamias y gorgonas (figs. 1, 2, 7).


2. Theda Bara


Mujer culta y amante de la buena vida, Theda se retiró muy pronto del cine con su marido, el director Charles Brabin, a su ostentosa mansión de Hollywood, cuando ya la fama de sus personajes le pasaba factura (fig.3). En esta imagen la vemos en el cartel promocional de la película Meeting Theda Bara, de 1918, con los cómicos Mutt and Jeff. Casi siempre, el agotamiento de un personaje en cine llevará a éste a la parodia, y ni el género de vampiros podría librarse de ello. La primera en descubrirlo fue la mismísima Theda Bara.

      3. FISHER, Bud, Meeting Theda Bara, Cartel promocional,1918


Safo, Cleopatra, Margarita Gautier, Carmen, Salomé, fueron algunos de los papeles que forjaron el mito de Theda, y pusieron la piedra angular de las futuras diosas del Lado Oscuro. Tras ella surgiría un tipo de actriz especializada en ese arquetipo de vamp que todos conocemos y tan querido para la industria, contrapuesto a las virginales trenzas de Mary Pickford y sus secuaces. Louise Brooks, Joan Crawford, Greta Garbo, Pola Negri, Ruan Lingyu, Barbara LaMarr, Gloria Swason, Marlene Dietrich, Nazimova… son algunas de las vamps de vidas azarosas que alcanzaron el triunfo y posterior caída en el recién nacido medio cinematográfico; mujeres marcadas por el signo de la fatalidad dentro y fuera de las pantallas.


4. De izquierda a derecha: Alla Nazimova, Pola Negri, Ruan Lingyu, Greta Garbo, Barbara Lamarr, y Gloria Swanson

Todas llevan algo de este prototipo primigenio, de esa primera edad de los sueños donde pesa más el mito que la historia, y el halo de la fama que la verdad. La mayoría de estas vamps del silent movie vivieron tan intensamente como las protagonistas de sus películas, rodeadas de un nimbo de promiscuidad y un modo de vida destructivos (fig.4).

El cine no hizo sino promocionar la imagen estetizante de esa femme fatale forjada durante el anterior siglo y transponerla al celuloide, pero alzándola a un pedestal cuadrado hecho de luz, la luz de las pantallas. Contrapuesta a su eterna rival, la huerfanita de las cándidas trenzas, Medusa volvía a reinventarse en el nuevo medio, en plena crisis colonial de un mundo cada vez más “deshumanizado” y cuya estructura algunos librepensadores y artistas pretendían reedificar desde los cimientos.

3.2. Musidora y Les vampires
En medio de la Gran Guerra, Feuillade había sido dado de baja por razones médicas, y sus técnicos estaban prestando servicio, por lo que se volcó a la filmación de un serial con actores de poca experiencia y en el marco de las calles de París (ante la imposibilidad de filmar en estudios). Les vampires (1915) son una organización criminal cuyo jefe, el Gran Vampiro, pone continuamente en apuros a las fuerzas del orden. El rodaje de Les vampires estuvo lleno de carencias, improvisaciones y sobresaltos, lo que se traslucirá en su impredecibilidad narrativa. Personajes desaparecían súbitamente y eran restituidos por otros; a veces porque algún actor debía regresar al frente, o, como le sucedió al que interpretaba al Gran Vampiro (Jean Ayme), llegó un día muy tarde al rodaje, hallándose con que su personaje había sido <<muerto>>. La forma de trabajar habitual era, pues, recurriendo a la improvisación, de ahí el continuo recital de trucos, giros dramáticos y efectos rudimentarios, pero cuyo visionado actual nos hace verlos llenos de encanto. A todo esto hay que agregar la presencia sugerente de Irma Vep (Musidora), voluptuosa e inmoral, personaje de culto para los frikis del séptimo arte.

                                                                          5. Feuillade, Los vampiros, 1915
Musidora era el pseudónimo de Jeanne Roques, la sicalíptica actriz que , atraída por el exotismo, viajó a España y se enamoró del matador Antonio Cañero. Filmó varias películas de temática taurina y fue pintada por Romero de Torres (fig. 8) antes de volver a Francia. En la imagen 5 no vemos a Musidora, sino a otra actriz interpretando a la danzarina Marta Koutiloff. Antológica es la aparición operística del vampiro2 batiendo sus alas en el escenario, recordándonos un cuadro de Penot, siendo de las primeras veces que en el cine aparece la identificación del vampiro con un murciélago humano. Salen por fin estos vampiros del mundo literario y se encarnan como imágenes sobredimensionadas en el nuevo arte del Cine, llevando el pavor a los corazones mortales. Estamos en los inicios de un nuevo arte, y más que de arte habría que hablar de un nuevo culto, en un momento en que el cine <<no pretende>> sino que <<crece>> y se expande, a la vez que su fascinación. Se extiende su misterio como un reguero oscuro, llegando a todos los rincones del planeta. Y eso es lo que son los seres del celuloide: efigies de un torvo gris gigante, genios salidos de un vaho, de una pirámide luminosa adornada por el clave del nikcelodeon, seductores fantasmas que buscan, como Dyonisos, o Drácula, acólitos de su nuevo culto. Y en este nuevo culto tendría un puesto de honor la imagen del Mal. Muy pronto, el vampiro abrirá su ataúd y contemplará su primer amanecer en la sala del cinematógrafo tras el sueño de los siglos.


7. Theda Bara



8. ROMERO DE TORRES, Julio, Musidora, 1920

1 DE GROAT, Greta. Unsung divas of the silent screen. 2001. [On line] http://www.stanford.edu/-gdegroat . Obtenido el 20 de octubre de 2005.

2 Especifiquemos que el vampiro de este episodio de la saga de Feuidalle es en el film un personaje de una representación teatral, no un vampiro sobrenatural; pero valga el ejemplo y valga también el honor de aparecer por vez primera con tal atuendo.