IV.3
EL
DESPERTAR DEL VAMPIRO
EPSTEIN,
La caída de la Casa Usher, 1928
Esta luz es el espejo común
de todos los pensamientos y todas las formas, preserva las imágenes
de todo lo que ha sido, los reflejos de mundos pasados, y por
analogía, los bocetos del mundo por venir.
La clave de los misterios.
Eliphas Levi,
1859
1.
Theda Bara
3.1.
Un nuevo culto
El nuevo arte nació ya con su
aureola de mito, con una zona radiante y otra oscura. La época del
silent movie
se cubre de negros velos; olvidada, horadada de pérdidas
irremediables, de empolvados fantasmas, de historias inconfesables y
estrellas al borde del acantilado. Se cubre tan enigmática como la
primera mujer vampiro del cine, Theda Bara, cuya identidad y
ascendencia aún hoy resultan dudosas.
Comenzó llamándose Teodosia Coppet
en el teatro, para luego convertirse en Theda Bara (juego de palabras
con los términos <<arab death>>, parece ser por
sugerencia de los cerebros de la Fox)1.
Theda Nunca interpretó al monstruo mítico que todos conocemos,
pero sí supo rodearse de un resolutivo marketing, que lanzó su
belleza plutoniana por carteles y pantallas. De todos sus filmes sólo
nos queda uno, quizá insuficiente para conocer el carácter general
de sus puestas en escena, - seguramente ingenuas-. Sí nos quedan
esas fotos donde nos mira desafiante, semidesnuda y ataviada con los
esqueletos de sus amantes muertos, remedo perfecto que alienta una
ancestral tradición iconográfica de lamias y gorgonas (figs.
1, 2, 7).
2.
Theda Bara
Mujer culta y amante de la buena
vida, Theda se retiró muy pronto del cine con su marido, el director
Charles Brabin, a su ostentosa mansión de Hollywood, cuando ya la
fama de sus personajes le pasaba factura (fig.3).
En esta imagen la vemos en el cartel promocional de la película
Meeting Theda Bara,
de 1918, con los cómicos Mutt and Jeff. Casi siempre, el agotamiento
de un personaje en cine llevará a éste a la parodia, y ni el género
de vampiros podría librarse de ello. La primera en descubrirlo fue
la mismísima Theda Bara.
3.
FISHER, Bud, Meeting
Theda Bara,
Cartel promocional,1918
Safo, Cleopatra, Margarita Gautier,
Carmen, Salomé, fueron algunos de los papeles que forjaron el mito
de Theda, y pusieron la piedra angular de las futuras diosas del Lado
Oscuro. Tras ella surgiría un tipo de actriz especializada en ese
arquetipo de vamp
que todos conocemos y tan querido para la industria, contrapuesto a
las virginales trenzas de Mary Pickford y sus secuaces. Louise
Brooks, Joan Crawford, Greta Garbo, Pola Negri, Ruan Lingyu, Barbara
LaMarr, Gloria Swason, Marlene Dietrich, Nazimova… son algunas de
las vamps
de vidas azarosas que alcanzaron el triunfo y posterior caída en el
recién nacido medio cinematográfico; mujeres marcadas por el signo
de la fatalidad dentro y fuera de las pantallas.
4.
De izquierda a derecha: Alla Nazimova, Pola Negri, Ruan Lingyu, Greta
Garbo, Barbara Lamarr, y Gloria Swanson
Todas llevan algo de este prototipo
primigenio, de esa primera edad de los sueños donde pesa más el
mito que la historia, y el halo de la fama que la verdad. La mayoría
de estas vamps del
silent movie
vivieron tan intensamente como las protagonistas de sus películas,
rodeadas de un nimbo de promiscuidad y un modo de vida destructivos
(fig.4).
El cine no hizo sino promocionar la
imagen estetizante de esa femme
fatale forjada durante el
anterior siglo y transponerla al celuloide, pero alzándola a un
pedestal cuadrado hecho de luz, la luz de las pantallas. Contrapuesta
a su eterna rival, la huerfanita de las cándidas trenzas, Medusa
volvía a reinventarse en el nuevo medio, en plena crisis colonial de
un mundo cada vez más “deshumanizado” y cuya estructura algunos
librepensadores y artistas pretendían reedificar desde los
cimientos.
3.2. Musidora y Les
vampires
En medio de la Gran Guerra, Feuillade
había sido dado de baja por razones médicas, y sus técnicos
estaban prestando servicio, por lo que se volcó a la filmación de
un serial con actores de poca experiencia y en el marco de las calles
de París (ante la imposibilidad de filmar en estudios). Les
vampires (1915) son una
organización criminal cuyo jefe, el Gran Vampiro, pone continuamente
en apuros a las fuerzas del orden. El rodaje de Les
vampires estuvo lleno de
carencias, improvisaciones y sobresaltos, lo que se traslucirá en su
impredecibilidad narrativa. Personajes desaparecían súbitamente y
eran restituidos por otros; a veces porque algún actor debía
regresar al frente, o, como le sucedió al que interpretaba al Gran
Vampiro (Jean Ayme), llegó un día muy tarde al rodaje, hallándose
con que su personaje había sido <<muerto>>. La forma de
trabajar habitual era, pues, recurriendo a la improvisación, de ahí
el continuo
recital de trucos, giros dramáticos y efectos rudimentarios, pero
cuyo visionado actual nos hace verlos llenos de encanto.
A todo esto hay que agregar la presencia sugerente de Irma Vep
(Musidora), voluptuosa e inmoral, personaje de culto para los frikis
del séptimo arte.
5.
Feuillade,
Los vampiros,
1915
Musidora era el pseudónimo de Jeanne
Roques, la sicalíptica actriz que , atraída por el exotismo, viajó
a España y se enamoró del matador Antonio Cañero. Filmó varias
películas de temática taurina y fue pintada por Romero de Torres
(fig. 8)
antes de volver a Francia. En la imagen
5 no vemos a Musidora, sino
a otra actriz interpretando a la danzarina Marta Koutiloff.
Antológica es la aparición operística del vampiro2
batiendo sus alas en el escenario, recordándonos un cuadro de Penot,
siendo de las primeras veces que en el cine aparece la identificación
del vampiro con un murciélago humano. Salen por fin estos vampiros
del mundo literario y se encarnan como imágenes sobredimensionadas
en el nuevo arte del Cine, llevando el pavor a los corazones
mortales.
Estamos en los inicios
de un nuevo arte, y más que de arte habría que hablar de un nuevo
culto, en un momento en que el cine <<no pretende>> sino
que <<crece>> y se expande, a la vez que su fascinación.
Se extiende su misterio como un reguero oscuro, llegando a todos los
rincones del planeta. Y eso es lo que son los seres del celuloide:
efigies de un torvo gris gigante, genios salidos de un vaho, de una
pirámide luminosa adornada por el clave del nikcelodeon,
seductores fantasmas que buscan, como Dyonisos, o Drácula, acólitos
de su nuevo culto. Y en este nuevo culto tendría un puesto de honor
la imagen del Mal. Muy pronto, el vampiro abrirá su ataúd y
contemplará su primer amanecer en la sala del cinematógrafo tras el
sueño de los siglos.
7.
Theda Bara
8.
ROMERO DE TORRES, Julio, Musidora, 1920
1
DE GROAT, Greta. Unsung divas of the
silent screen. 2001. [On line]
http://www.stanford.edu/-gdegroat . Obtenido el 20
de octubre de 2005.
2
Especifiquemos que el vampiro de este episodio de la saga de
Feuidalle es en el film un personaje de una representación teatral,
no un vampiro sobrenatural; pero valga el ejemplo y valga también
el honor de aparecer por vez primera con tal atuendo.